Chile. Mi relación con Renato Araneda Loayza, el Vilo: Escribe el ex dirigente del MIR, Hernán Aguiló.
Ambos proyectos (guerrilleros) se venían implementando sin una base social de apoyo que permitiera constituir redes clandestinas legales para su abastecimiento logístico y la propia preparación del terreno.
La muerte de un ex militante o dirigente del MIR siempre
provoca recuerdos. Renato Araneda Loayza, el Vilo, falleció el 20 de
mayo recién pasado. Lo conocí muy poco antes del golpe. Sólo un par de
veces en reuniones del Comité Central.
Tuve una relación más estrecha con él, cuando regresó a Chile a cargo de la preparación del terreno para la instalación de un frente guerrillero en la cordillera de Nahuelbuta. Hay testimonios de ex compañeros del MIR que militaron con él en la provincia de Arauco, que describen su militancia en los años previos al gobierno de la Unidad Popular. Como también testimonios de compañeros que compartieron experiencia con él en el proyecto de Nahuelbuta.
Como jefe del partido en Chile, tenía que coordinar las
tareas de apoyo logístico para los proyectos de Neltume y Nahuelbuta.
Como es sabido, personalmente estaba de acuerdo en la necesidad de
desarrollar ambos proyectos, pero estuve en desacuerdo en la forma que
se estaba haciendo la preparación de ambos proyectos. La esencia de mi
diferencia tenía que ver con que ambos proyectos se venían implementando
sin una base social de apoyo que permitiera constituir redes
clandestinas legales, para su abastecimiento logístico y la propia
preparación del terreno. El partido en Chile no estaba en condiciones de
proporcionar esas redes naturales legales y nos obligada a realizar la
mayoría de los apoyos con compañeros ilegales buscados por los servicios
de inteligencia de la dictadura. A lo anterior hay que agregar que los
recursos financieros en Chile y los que provenían desde el exterior no
eran suficientes para la cantidad de equipos y alimentación que
necesitaban los compañeros en el monte en Neltume y los que se
encontraban clandestinos ilegales en pueblos alrededor de la cordillera
de Nahuelbuta. Por eso, en varias oportunidades señalé que primero había
que generar esas condiciones de bases de apoyo legales, antes de subir a
los compañeros al monte. Esto lo discutimos con Paine, El Vilo y Andrés
Pascal. Finalmente se llegó a una solución intermedia: bajar sólo a
algunos compañeros en Neltume y dejar otro contingente en el monte. Pero
esto no destensionó la gran carga que significaba abastecer de recursos
logísticos y financieros a ambos proyectos. El reconocimiento del
terreno del proyecto de Nahuelbuta estaba mucho menos desarrollado que
el de Neltume, pero igual había una cantidad importante de compañeros
ilegales que requerían documentación y recursos financieros para su
sobrevivencia, en su gran mayoría en el llano. Muchos de ellos vivían en
pensiones o arrendaban piezas, justamente por la falta de base social
de apoyo legal y desconocida por los servicios de inteligencia, que
pudieran protegerlos y ayudarlos a realizar sus tareas de preparación
del terreno y la vez, ir generando una mayor diversificación de redes de
apoyo para el futuro frente guerrillero.
Describo lo anterior porque esta fueron una de las
diferencias que tuve con Vilo pero no sólo con Vilo, sino también con
Paine y con Andrés Pascal.
A pesar de lo anterior, con mucho esfuerzo con otros
compañeros de la dirección y militantes que estaban comprometidos con
ambos proyectos, tratamos por todos los medios posibles de seguir
abasteciendo las necesidades con militantes ilegales, no siempre
disponiendo de la gran cantidad de recursos financieros que se
necesitaban. Como lo he señalado también en otras oportunidades, esto
nos obligó a la vez, a compulsionar a fuerzas operativas urbanas para
realizar operaciones financieras tanto para estos proyectos, como para
las propias necesidades del partido en Chile. En esos años los grupos
operativos urbanos, también empezaron a sufrir el acoso represivo y muy
pocos integrantes de esos grupos tenían una adecuada retaguardia social
legal y desconocida por los fuerzas represivas, que les permitiera
sortear la represión.
Las diferencias también se empezaron a manifestar en los
análisis de la situación política y en la política de alianzas del
partido. Estas diferencias se agudizaron después del golpe represivo a
Neltume y con las protestas nacionales que se desarrollaron a partir de
crisis del 82. Resumidamente estas diferencias se manifestaron en lo
siguiente:
Un sector de la Dirección y de militantes del partido
levantaron la Política de Salvación Nacional que buscaba una alianza con
sectores de la oposición burguesa, que iniciaba una negociación con la
dictadura para un recambio dentro de institucionalidad generada por la
propia dictadura: la Constitución Política de los 80. La Política de
Salvación Nacional dejaba de lado el objetivo táctico- estratégico de
derrocar a la dictadura e instaurar un gobierno democrático, popular y
revolucionario, que era el objetivo táctico estratégico para el período.
La segunda gran diferencia decía relación con la
sobrevaloración de las protestas nacionales y del movimiento de masas,
que sectores de la dirección caracterizaban como una situación
revolucionaria y por lo mismo, apelaban a la necesidad de impulsar los
levantamientos locales, política que terminó por exponer más a la
represión, a las débiles fuerzas partidarias, provocando nuevos golpes
represivos.
La tercera gran diferencia, y muy relacionada con la
anterior, dice relación con el coyunturalismo en la elaboración de los
objetivos tácticos, sin una direccionalidad estratégica, dejándose
llevar por el espontaneísmo de las protestas, sin tener en cuenta la
política contrainsurgente de la dictadura. En los años siguientes, esto
se refleja en la consigna del año decisivo y en la implementación de
políticas ultraizquierdistas, mientras los representantes políticos de
la oposición burguesa y de la dictadura, elaboraban el plan de recambio,
manteniendo intacto el modelo económico neoliberal y la constitución
del 80.
Entonces se produce el derrumbe del campo socialista,
las diferencias políticas se agudizan al interior de la dirección y del
partido, se produce la división y el quiebre definitivo. Las diferencias
políticas y las dos grandes derrotas táctico-estratégicas del partido,
hacen irreconciliables las diferencias políticas.
Con el Vilo y con todos los dirigentes que formaron el
MIR político, muchos de los cuales se integraron a los gobiernos de la
Concertación tuve y mantengo grandes diferencias políticas. Esas
diferencias han sido públicas.
Sin embargo, con Vilo hay un hecho que me parece grave,
más allá de las diferencias políticas y las diferencias respecto a la
implementación de los proyectos guerrilleros que no alcanzaron a
materializarse. Vilo fue partícipe de las acusaciones de infiltración
que fuimos acusados varios miembros de la dirección. Incluso declaró en
los tribunales en mi contra por el asesinato de su hermano.
La tesis de la infiltración tiene su origen en el equipo
de informaciones que dirigía Nelson Gutiérrez en La Habana. Con Nelson
tuve largas discusiones por escrito al respecto. Siempre señalé que si
no había evidencias objetivas sobre la infiltración de algún militante,
era una irresponsabilidad política muy grande echar a correr rumores
sobre ello. La tesis de la infiltración no sólo ha afectado a dirigentes
específicos, sino que ha afectado la imagen del conjunto del MIR y a
los propios generadores de la tesis. Incluso ha afectado la imagen de
dirigentes históricos del MIR, pues demostraría que fueron incapaces de
detectar a tiempo tales infiltraciones.
Personalmente me hubiese gustado no dar a conocer estos hechos sobre el Vilo.
En los procesos de Balance y en mis procesos
autocríticos he señalado cuáles son las causas que llevaron al MIR a las
dos grandes derrotas táctico estratégicas.
En el último tiempo, y a la luz de los resultados de las
revoluciones socialistas que han derivado a capitalismo e
imperialismos, hemos señalado junto a otros ex miristas, que se hace
necesario superar la teoría y la práctica de la revolución y desarrollar
la teoría y la práctica de la liberación de los trabajadores y pueblos
a partir de la generación de clase para sí y una base material de un
nuevo modo de producción donde la producción sea social y la apropiación
sea social. Proceso que ya viene generándose desde algunas comunidades
urbanas y rurales.
He señalado también que fomentar mistificaciones de
nuestro pasado militante, en nada ayuda a superar los errores del
pasado. Cuando se mistifica el pasado de militantes y dirigentes, se
llama a repetir lo que se hizo en el pasado. Se llama a repetir lo que
se hizo en las dos grandes derrotas táctico estratégicas. El error se
transforma en virtud.
Lo anterior me hubiese gustado discutir con el Vilo
antes de su muerte y no verme envuelto en acusaciones infundadas en los
tribunales de justicia.
Hernán Aguiló Martínez.
2021.
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