Los intentos de golpe de Estado y los golpes de Estado
han seguido en América Latina y detrás de ellos los mismos de siempre:
la oposición de derecha, la oligarquía, las corporaciones, los
militares, y los Estados Unidos que siguen defendiendo sus intereses e
impidiendo que haya transformaciones sociales beneficiosas para nuestros
pueblos.
La BBC tituló en junio
pasado que Bolivia era «el país con más intentos de golpe de Estado» desde 1950
esto en el contexto de los hechos sucedidos el 26 de junio de este año en que
un grupo de militares irrumpieron en la sede de gobierno, ubicada en la Plaza
Murillo, con la intención de derrocar a Luis Arce y tomarse el poder.
La intentona golpista fue
encabezada por el comandante general del ejército boliviano, Juan José Zúñiga
Macías, quien días antes había señalado que Evo Morales “no puede ser más
presidente de este país” y que “llegado el caso no permitiría que pisotee la
Constitución”. Así mismo dijo que las Fuerzas Armadas son “el brazo armado del
pueblo, el brazo armado de la patria”. Durante la intentona dijo también que
pretendía restaurar la democracia y que al ejército no le faltan cojones.
El intento de golpe de
Estado fracasó como es conocido y los responsables están detenidos. La
intentona golpista a diferencia del golpe de Estado de 2019 en Bolivia, en esta
ocasión los sublevados no contaron con el apoyo de todas las Fuerzas Armadas ni
había un escenario favorable para sus expectativas.
Recordemos que el 2019, el
Comandante del Ejército de entonces, Williams Kaliman, graduado de la Escuela
de las Américas, le exigió la renuncia a Evo Morales en un contexto de
violencia y desestabilización creado con acusaciones falsas de fraude
electoral.
Lo cierto es que dentro de
las Fuerzas Armadas bolivianas, se sigue evidenciando que hay militares adeptos
al pasado y a la Doctrina de la Seguridad Nacional, inoculada por los Estados
Unidos a las tropas de América Latina. Es muy posible que en el futuro veamos
otros intentos de golpes de Estado si no se toman las medidas del caso y si no
se fortalece y se cuida la unidad del Movimiento al Socialismo (MAS).
En Venezuela, luego de las
elecciones a la presidencia del 28 de julio pasado, el gobierno ha denunciado
que está en proceso un intento de golpe de Estado por parte de la oposición que
encabeza María Corina Machado quienes nuevamente no han reconocido los
resultados electorales como ha sucedido una y otra vez en el pasado. Mientras
se acusa que en Venezuela hay una dictadura, han participado de diversos
procesos electorales anteriores. Por ejemplo, en el 2021 la oposición ganó 3
gobernaciones y 59 alcaldías en Venezuela y pueden operar legalmente los
partidos de oposición como presentar sus candidatos en los diversos procesos
electorales.
En Venezuela, como sabemos,
no sería la primera vez que se intenta por la fuerza derrotar al gobierno
bolivariano. El 11 de abril de 2002,
asaltaron el poder pero fracasaron a los pocos días.
En la última década el
sector más reaccionario de la oposición venezolana ha seguido sus intentos de
derrocar al gobierno con protestas violentas, guarimbas, ingreso de
mercenarios, atentados terroristas a la infraestructura estatal, y hasta con el
intento de magnicidio contra el presidente Nicolás Maduro. Sin embargo, la
derecha venezolana no ha logrado ni derrotar al gobierno ni contar con el apoyo
masivo de la población para alcanzar el poder.
Así mismo, las más de 900
sanciones que Estados Unidos ha impuesto a Venezuela, el estrangulamiento
económico, la guerra híbrida sostenida en el tiempo contra este país,
incluyendo el financiamiento de la oposición y de las acciones violentas, han
sido un elemento considerable que han desarrollado con el fin de “crear un
clima” necesario en Venezuela (como lo hicieron contra el gobierno de Salvador
Allende en Chile en los setenta) para el estallido social el que, sin embargo,
no les ha funcionado por la unidad, conciencia y politización en las Fuerzas
Armadas y de un sector importante de la sociedad venezolana que sigue
manteniendo y votando a favor de la continuidad de la revolución bolivariana.
Recordemos, para nuestra buena memoria, los intentos y golpes de
Estado que se han producido en América Latina en las últimas décadas:
En Venezuela, el 12 de
abril del 2002, la oposición, con apoyo de militares, consumó un golpe de
estado sacando por la fuerza al Presidente Hugo Chávez. Entre los involucrados
figuraban el general Efraín Vásquez y el general Ramírez Poveda, graduados de
la Escuela de las Américas. Fue un intento de golpe de estado cívico-militar
que duró aproximadamente 48 horas y fracasó.
En Haití, el 29 de febrero
de 2004, el presidente electo de Haití, Jean-Bertrand Aristide, fue secuestrado
por un comando de Fuerzas Especiales estadounidenses con el apoyo de Francia.
Ante la opinión pública, se dijo que Aristide había renunciado voluntariamente.
En Honduras, el 28 de junio
de 2009, fue secuestrado el presidente Manuel Zelaya y enviado a Costa Rica.
Entre los responsables del golpe figuraron el jefe del Estado Mayor Conjunto,
Romeo Vásquez Velásquez, y el jefe de la
Fuerza Aérea, general Luis Prince Suazo, ambos graduados de la Escuela de las
Américas. El golpe de estado fue cívico-militar, avalado por el Congreso de
Honduras con una mayoría de derecha.
En Ecuador, el 30 de
septiembre de 2010, se secuestró por algunas horas al presidente Rafael Correa
en un intento de golpe de Estado. Si bien es cierto que el intento fracasó
EEUU, la USAID, y sus otras agencias, siguieron realizando esfuerzos para
generar desestabilización social contra el gobierno popular y revertir lo
avanzado. Finalmente, lograron que se procesara judicialmente a Rafael Correa
para que no volviera a presentarse como candidato a las elecciones
presidenciales futuras y que actualmente Ecuador sea uno de los países con
mayor asistencia militar de los EEUU.
En Paraguay, el 22 de junio
de 2012, el Senado realizó un juicio “exprés” al Presidente Fernando Lugo y lo
destituyó del cargo bajo el argumento que era responsable de los
enfrentamientos entre campesinos y policías en Curuguaty el que tuvo un saldo
de diecisiete personas muertas. De acuerdo a investigaciones posteriores se
conoció que quien dio la orden fue Paulino Rojas, comandante de la Policía
Nacional de Paraguay, entrenado en el FBI, quien tenía fuertes vínculos con la
USAID. Se creó un escenario, se aprovechó, y se destituyó sin poder defenderse
a un presidente elegido democráticamente.
En Brasil, el 31 de Agosto
2016, luego de un “Impeachment”, el Senado de Brasil destituyó formalmente a la
Presidenta Dilma Rousseff, por 61 votos contra 20, por supuestos “crímenes de
responsabilidad”. Tres años antes, en septiembre de 2013, asumiría la embajada
de EEUU en Brasil Liliana Ayalde quien fuera embajadora en Paraguay cuando el
Senado también realizó un “Impeachment” a Fernando Lugo que lo destituyó. La
presidenta Dilma Rousseff dijo entonces: “En el pasado con las armas, y hoy con
la retórica jurídica, nuevamente pretenden atentar contra la Democracia y
contra el Estado de Derecho”.
En Bolivia, 10 Noviembre
2019, mediante la denuncia de un fraude electoral y la creación de un clima de
violencia social (como hemos visto en Venezuela) se logró destituir al
presidente Evo Morales. Estados Unidos reconoció de inmediato a Jeanine Áñez,
una senadora de derecha, que asumió la presidencia.
En una declaración de
entonces SOA Watch señaló que:
“Al menos 6 graduados de la
Escuela de las Américas y/o del Instituto del Hemisferio Occidental para la
Cooperación en Seguridad (SOA/WHINSEC) jugaron un papel en el golpe de Estado
en Bolivia. Partiendo por el graduado de SOA/WHINSEC, el general Kaliman, quien
recibió entrenamiento, el 2003 y 2004, tomando el curso de “Comando y Estado
Mayor” en Fort Benning, Estados Unidos”.
“El entrenamiento en
SOA/WHINSEC de futuros jefes militares es precisamente para establecer una
relación de Estados Unidos con oficiales militares de alto rango para alcanzar
los objetivos de Estados Unidos, como dijo el Comandante de WHINSEC,
recientemente, “las relaciones que construyeron aquí” y “les ayuda a hacer las
cosas””.
En Haití, el 17 de julio de
2021, asesinan al presidente de Haití, Jovenel Moïse, entre los involucrados
varios de los mercenarios son colombianos, ex militares, quienes habían
recibido anteriormente entrenamiento en la Escuela de las Américas del ejército
de los EEUU.
En Perú, el 7 de diciembre
de 2022, el presidente Pedro Castillo anunció que disolvería el Congreso de la
República y llamaría a elecciones parlamentarias. Sin embargo, fue destituido
por “incapacidad moral” y acusado de golpe de Estado por el mismo Congreso que
el mismo día tenía contemplado votar su salida. Muchos consideran que fue
Castillo quien sufrió un golpe de Estado ya que no lo dejaron gobernar e
igualmente lo iban a destituir. Cabe recordar que el 2019 el presidente de
entonces Martín Vizcarra tomó la misma medida, disolvió el Congreso peruano,
sin que fuera acusado de golpista. A diferencia de Castillo, Viscarra era de la
élite y contó con el pleno respaldo de las Fuerzas Armadas y de la Policía
Nacional. Actualmente, Castillo sigue prisionero y Dina Boluarte, quien lo
reemplazó, sigue en el poder sin haber realizado elecciones presidenciales
hasta el momento. Estados Unidos tiene una fuerte presencia militar en Perú.
En Brasil, 8 de enero de
2023, un grupo numeroso de manifestantes de derecha intentan tomarse el palacio
de Planalto donde funcionan los tres poderes del Estado brasileño en apoyo a
Jair Bolsonaro quien no reconoció su derrota en las elecciones. Si bien es
cierto que durante los ataques Bolsonaro se encontraba en EEUU una
investigación policial lo sitúa previamente en múltiples reuniones con asesores
y militares para discutir la posibilidad de un golpe. Recordemos que bajo el
gobierno de Bolsonaro aumentaron las relaciones militares con los EEUU las que
se han mantenido hasta el presente lo que representa un peligro para la democracia
brasileña.
El entrenamiento militar de
EEUU a tropas de América Latina como el financiamiento de la Agencia de los
Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), de la Fundación
Nacional para la Democracia (NED), entre otras, a ONG, partidos políticos,
grupos de oposición, y la prensa hegemónica, constituyen instrumentos para que
EEUU instale su agenda, pueda desestabilizar a gobiernos progresistas y llegado
el caso pueda incluso apoyar e instigar golpes de Estado en América Latina.
Adicionalmente, la Academia
Internacional para el Cumplimiento de la Ley (ILEA) de los EEUU, que funciona
en El Salvador, y donde se forman a policías, fiscales y jueces de América
Latina constituye un instrumento para la guerra jurídica o lawfare para
procesar, judicializar, y criminalizar a líderes sociales y presidentes progresistas
de todo nuestro continente con el objetivo de sacarlos del camino y recuperar
su status quo neoliberal.
Como hemos visto, los intentos y golpes de Estado han seguido en
América Latina y detrás de ellos los mismos de siempre: la oposición de
derecha, la oligarquía, las corporaciones, los militares, y los Estados
Unidos que siguen defendiendo sus intereses e impidiendo que hayan
transformaciones sociales que beneficien a nuestros pueblos.
* Pablo Ruiz es parte del
Observatorio para el Cierre de la Escuela de las Américas en Chile.